Por la mañana, nos fuimos a desayunar volviendo hacia Burgos, ya que Elisa y Chema necesitaban una farmacia abierta, así que nos metimos en un bar a tomar unos cafés y a hacer tiempo hasta que abriera la farmacia. Antes de que abriera, los mejicanos y Elisa, compraron en una panadería, que ya estaba abierta, una torta de manteca que estaba… sin comentarios.
La salida de Burgos es muy bonita, sobre todo a las 9’00 de la mañana, ¡¡¡está llena de universitarias por todas partes!!!, es preciosa la salida. Esto pasa porque la salida es por el Campus Universitario, ¡y que Campus!. Luego de golpear con el bordón repetidamente a Sento, que creía que ya había encontrado a la salida, otra vez al camino.
Camino tierra paralelo a la autopista, atraviesas algunos campos de hortalizas, pero no tiene ninguna gracia, ni el paisaje ni los pueblos, incluso nos saltamos un pueblo sin darnos cuenta, no lo vimos y pasamos de largo, así que paramos a tomar unas cervecillas en Tardajos, a 10 km. de Burgos.
El Camino muy aburrido, con un sol asesino, por si fuera poco, casi toda la etapa, cuesta arriba. Los peregrinos iban tan obsesionados y tan concentrados que la mayoría se saltó una fuente que había en una arboleda a mitad del Camino, una parada reponedora que no hicieron.
Por fin, tras una gran bajada, llegamos a Hornillos del Camino. El albergue está pegado a la Iglesia, no está nada mal, muchas literas, buenas duchas (al menos con mucha agua y encima caliente), y la zona común para cocinar y comer es de un tamaño muy acertado, a nosotros nos sobraba por todas partes. Nos dedicamos a la lavada de ropa, y a curar las heridas, la ampolla de Perico empezaba a preocupar. Después, la cena, espectacular, tortilla de patatas mariachi, arroz con verduras canario, vino de la Rioja y tequila. Paversematao.