Pathfinder: Sins of the Saviors (V)


05/07/2020. Juan (DJ), Leo (Hank), Scott (Kravin), JC (Karil), Sento (Englier)


Hank llegó justo cuando decidíamos que hacer con el tesoro, así que la cosa quedó así:

  • 6 antorchas que no se apagan – Una para cada uno
  • Carcaj con flechas especialmente buenas – Hank
  • Cinturón (fuerza gigante +4) – Englier
  • Caja ébano con interior acolchado conteniendo seis piedras thunderstones – Kravin
  • Objeto de abrir puertas (5 cargas) – Kravin
  • Capa (resistencia +3) – Englier
  • Espada (lengua de fuego espada +1 flamígera) – Hank
  • 6 viales agua sagrada – Uno cada uno
  • Perla de poder primer nivel – Kravin
  • Pergamino globo invulnerabilidad – Kravin
  • Varita curar heridas leves (46 cargas) – Englier
  • Martillo de guerra de adamantio (+2) – Englier
  • 2 Pociones resistencia frío (20) – Englier y Kravin

Repartimos todo el tesoro a excepción de los objetos y las monedas por su volumen, aunque Hank se esforzó al máximo, y rellenando todos sus espacios disponibles consiguió llevarse 54000 monedas. 

Examinamos la sala en la que nos encontrábamos después de repartir el tesoro (barrilungos style), descubriendo que las siete columnas de la sala tienen unos agujeros que sospechosamente tienen el mismo tamaño que las llaves que encontramos al completar cada hechizo fuera, en las rocas. Así que pusimos las llaves en las columnas correspondientes (por suerte acertamos) y al finalizar un portal apareció en medio de la sala. Por desgracia no fue lo único que apareció, oímos un gigantesco ruido por uno de los pasillos y pudimos ver un enorme dragón blanco que se abalanzaba sobre nosotros, por lo visto estábamos conociendo a Arkrhyst, el dragón del que nos hablaron las hadas, y seguramente el propietario del tesoro que acabábamos de repartirnos.

Kravin le lanzó un aliento de dragón de fuego (a saber la de tiempo que llevaba esperando la ocasión para poderlo lanzar), Hank lanzó sus recién adquiridas flechas dragon slaying (que le hicieron daño pero no gran daño), Karil le lanzó un aliento de fuego, pero nada paraba a aquella enorme bestia. Había que huir así que Kravin saltó por el portal, Englier se puso entre el dragón y sus compañeros para protegerlos, Hank saltó por el portal, Karil dijo que se quedaba con Englier y menos mal, porque en uno de los últimos ataques el dragón derribó a Englier con el rabo y Karil le salvó la vida arrastrándolo a través del portal. 

Al pasar el portal aparecieron en un corredor oscuro de piedra muy bien trabajada, enana por lo menos, y el portal se transformó en una pared. Al fondo se veía luz, así que hacia allí fuimos. Era una enorme sala con una fuente en el medio, tenía 8 salidas, siete de ellas con una estatua en el medio que impedía el paso al corredor, eran estatuas muy detalladas de los Runelords.

La estatua que estaba en peores condiciones era la de Belimarius, parecía golpeada, movida, su túnel era el único iluminado y el polvo del pasillo indicaba que tenía paso habitual. Hank se percató que el rastro de los pasos era de gente que procedente de los otros pasillos había entrado en el de Belimarius y luego había regresado por el mismo sitio, con la particularidad de que los que venían del pasillo de Zutha habían vuelto cargando con algo.

Zutha, Runelord of Gluttony

Belimarius, Runelord of Envy

La fuente se encontraba en el centro de una estrella de siete puntas, con una estatua de Runelord en cada punta. Las líneas de la estrella eran como canales en el suelo, como si estuvieran dispuestos para que el líquido de la fuente fluyera por ellos hasta las estatuas (aunque a la de Belimarius no llegaría porque estaba desplazada).

Al examinar la fuente vimos que estaba parada, y la pila estaba llena de un líquido plateado, parecía mercurio. Al hacer un examen mágico vimos que allí afectaba a la magia, funcionaba, pero no como siempre. 

Examinamos el líquido a nuestra manera, metiendo una daga, que al sacarla Karil observó que burbujeaba. Englier acercó un trozo de carne seca, al sacarla el líquido le salpicó, produciéndole unas alucinaciones muy reales y extrañas sobre gente haciendo cosas en la fuente. Pese al olor a carne cocinada, no parecía que el líquido le hiciera mucho daño. Interpretó las imágenes que vio como una especie de comunicación con las estatuas, vertían líquido en los canales hacia las estatuas, hacían unos rituales y metían objetos extraños en la fuente que luego sacaban, muy pocos se quedaban dentro.

Belimarius

Kravin y Hank también estudiaron la fuente. Kravin que también acabó salpicado por el líquido, lo notó muy frío en lugar de muy caliente como le pasaba a Englier ¿dependería del alineamiento, de la afinidad a la magia?

Decidimos avanzar por el pasillo de Belimarius, ya que no implicaba mover ninguna estatua. Seguimos la ruta de pasos a través de un largo pasillo, llegando a unas pequeñas escaleras de cuatro escalones en la que Hank detectó algo similar a una trampa, algo que no había manera de desactivar, así que le atamos una cuerda (por si acaso) y siguió avanzando.

Al bajar el primer escalón apareció una imagen de un tío feo encapuchado que le dijo que era mejor que se detuviera, se encontraba en las «Salas abjurantes del ansia» y si no era digno sus poderes serían destruidos. Ignorando el aviso (algo que luego lamentaríamos), siguió camino y entró en una sala en cuyo centro exacto había un cetro completamente metálico anclado al suelo. Al inspeccionarlo descubrimos que era completamente de platino, lo que nos hizo mirar todos a Kank, quien para relajarnos dijo que no nos preocupáramos, que a su alrededor había una trampa muy complicada y que ni él se atrevía a tocarlo.

Englier decidió seguir avanzando dirigiéndose a una de las puertas de la sala, un fuerte olor dulzón y penetrante salía de la puerta, venía de lejos, de una sala al final del pasillo llena de humedades. Un extraño líquido parecía filtrar por el techo de la habitación, resbalando por las pareces y haciendo pequeños charcos en el suelo.

Además del olor, una fuerte maldad salía de la sala por lo que Englier no se lo pensó mucho y lanzó una bola de fuego en medio de la sala. Debió de pensarlo mejor, porque la sala tenía la forma perfecta para canalizar la explosión y dirigirla hacia la puerta, lo que le costó las cejas. No quedó claro si por el mal detectado o por la depilación de cejas al fuego, Englier se volvió a lanzar de cabeza y entró en la sala.

De todas partes de la sala surgieron una especie de tentáculos, se trataba de oozes color mostaza, no teníamos ni idea de que existieran de ese color. Golpe tras golpe pudimos acabar con el bicho, aunque a Englier casi le cuesta las botas.

Volvimos a la sala del báculo y elegimos otro pasillo, este nos llevaba a una sala llena de un líquido parecido al platino líquido. Las paredes estaban llenas de una caligrafía perfecta y algunos de los textos eran mágicos.

Un ruido similar a un zumbido empezó a preocuparnos, venía del báculo así que echamos a correr. Todos menos Hank y Englier (que lo estaba esperando) atravesaron la sala del báculo y tras subir las escaleras enfilaron el pasillo, no fue suficiente, el báculo se activó y la onda antimágica los alcanzó a todos.

De inmediato se dieron cuenta de lo sucedido, todos los objetos mágicos que no llevaban equipados habían dejado de funcionar, y de los equipados, solo algunos seguían funcionando, además, no parecía que fuera un efecto para solo un rato.

Era una situación muy preocupante, pero ya eran las 9 de la noche y nuestros aventureros tendrían que esperar al siguiente domingo.

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