14/04/2019 CoC. Leo (DJ), Sento (Jane), JC (Mathew), Juan (Steven), Scott (Mike)
A partir de hoy empezamos una campaña de “Call of Cthulhu”, con una primera partida ambientada en 1897, pero que se desarrollará en 1922.
Nueva York 1897. La noche del 6 al 7 de noviembre.
Toda la semana llevaba leyendo y releyendo el anuncio del periódico Buffalo Express del sábado pasado, obsesión a la que había ayudado notablemente que algunos carteles hubieran aparecido clavados ocasionalmente en algunos puntos que frecuentaba, como la estación de ferrocarril, frente al ayuntamiento , el puerto,…
Era una ocasión impensable para dar la bienvenida a la modernidad y la tecnología. Según contaban en los cafés los entendidos, el mismísimo Thomas A. Edison era el padre del Vitascope, y además, se mostraría alguno de los encargos que había hecho su estudio. Era cierto que eran cortos, de solo varios segundos, pero ¿no era prodigioso que el ser humano pudiera capturar momentos y mostrarlos cuando desee?
Se rumoreaba que el dueño del teatro Mr. C.C. Blackwood, además, había cuidado hasta el último detalle, y prometía una proyección única en el mundo ¡Había oído en cotilleos que la filarmónica de Viena había viajado hasta Nueva York con el único encargo de ambientar y dar música en vivo a ese invento! Además intercalado con actores profesionales de teatro que darían voz a las proyecciones mudas del prodigio del Vitascope ¿No era maravilloso? Todo el mundo estaría allí, desde los más nobles y pudientes hombres de bien de Nueva York a científicos de renombre y locos como ese tal Nicola Tesla, artistas y bueno ¡todo el mundo!.
Apenas pude pegar ojo en toda la noche con los nervios, así que no fue raro que a las 6:00 A.M., harta de dar vueltas en la cama, decidí levantarme para ir a hacer la cola de la primera sesión, segura de que iba a estar abarrotado y era mejor no perder la ocasión.
Poco antes de las 7 A.M, con tus mejores galas, salí dispuesta a hacer la cola, para mi sorpresa todos los carteles que había visto, y la nueva edición del Buffalo Express, que sale los sábados (era sábado), llevaban un llamativo cartel sobreimpreso al anterior que decía «Única proyección a primera hora, primicia mundial en Vitascope. De los estudios de Thomas A. Edison, reviva un momento del pasado. Con técnicas modernas y tecnología, se ha conseguido filmar un momento único de la historia: La ejecución de la reina Mary Stewart, reina de los escoceses. No recomendado para personas sensibles y con problemas de salud. Recuerde, a las 10:00 A.M no falte a su cita y vea un fragmento del pasado recuperado desde el futuro«.
¡Inconcebible! ¿Habrían viajado al pasado para atrapar el momento? Desde luego, vivíamos tiempos modernos, pocas cosas más me podrían asombrar en la vida si esto era cierto. Ya esperaba ansiosa ver “La carrera de caballos”, “La llegada del tren”, o “La salida de la fábrica de los obreros” y con un poco de suerte “El beso”, pero el futuro no paraba de sorprenderme, que será lo próximo ¿capturar el futuro? ¿Un vitascope en tu propia casa?… nerviosa, aceleré el paso, estaba empezando a sudar.
Pese a que llegué muy pronto, y sudada, la cola ya era enorme. Un tipo con bombín acompañado por dos armarios roperos, utilizando una bocina nos gritó que no nos preocupáramos, que todos tendríamos tiempo de ver la proyección.

La cola avanzaba lenta, pero avanzaba, no entendía la cara de mis compañeros de cola, en lugar de cara de expectación por la maravilla que nos esperaba, tenían cara de desagrado, no podía entenderlo hasta que HH Holmes, así se llamaba el tipejo del bombín y los dos armarios roperos, me explicó que esa no era la cola para las damas respetables, que la cola para las damas respetables era la otra, la que estaba formada por mujeres y negros.
Le expliqué que la diferencia entre hombre y mujer no existe, le hablé de los futuros derechos de las mujeres, incluso saqué a la luz mi recién estrenado carnet de prensa con el que le amenacé con una mala crítica como influencer que iba a ser (supongo que era algún efecto del vitascope). Nada sirvió, tras risas y aplausos de lo que yo pensaba eran hombres, me acompañaron a la cola de mujeres y negros.
La cola de los hombres avanzaba más rápida, ya no faltaba mucho para mi turno cuando al Mr. Holmes le comunicaron que un tal Mr. Blackwood quería intervenir. A partir de ese momento dejaron de salir asistentes por la otra puerta, solo entraban, y ya me tocaba!
Ya casi en la puerta, mientras Mr. Holmes anunciaba que la siguiente proyección sería una primicia mundial “La ejecución de María Estuardo, reina de los escoceses”, vi antes de entrar como accedían al teatro por una puerta lateral un señor alto con sombrero de ala ancha acompañado por un niño, no fue difícil reconocerlo, era Blackwood, el magnate, el propietario del teatro y el niño era su hijo.
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Mr. C.C. Blackwood y su hijo
A esta sesión estoy segura que entró más gente que a las anteriores. A los de mi fila nos enviaron al gallinero, nada de platea, y cuando ya estábamos todos sentados apareció en el escenario C. C. Blackwood, anunciando la siguiente proyección, una exclusiva filmación de Thomas Edison con música aportada por la Orquesta Filarmónica de Viena, que había acudido a Nueva York exclusivamente para ambientar esta filmación.
Ver como cortaban la cabeza a la reina fue realmente impactante, pero los extraños dibujos y símbolos que aparecieron después, lo fue aún más. Algunos asistentes estaban desmayándose, convulsionando, parecían catatónicos, dibujo tras dibujo, pese a los pocos segundos de duración, más asistentes iban uniéndose a la macabra danza en el suelo.
Tiempo después descubrí que muy poca gente evitó el desmayo, evidentemente yo no fui una de ellos. Lo más curioso, según me contaron, es que la orquesta no pareció verse afectada por lo mismo que había afectado a los demás, así que justo tras finalizar la proyección, salieron de allí cual alma que lleva el diablo.
Mr.Blackwood, Holmes y otras dos personas accedieron al escenario seguidos por varios encapuchados con máscaras parecidas a las usadas durante las epidemias de peste, no siendo los únicos encapuchados en el teatro, como bien comprobaron Mathew y Mike, dos asistentes con los que pude hablar posteriormente. Cuando Mathew y Mike trataron de irse, dos encapuchados aparecieron por la puerta lateral, les impidieron salir diciendo que se trataba de una epidemia contagiosa y que había que evitar la propagación. Tras darles dos extrañas máscaras acabadas en pico, les acompañaron al exterior y les invitaron a subir a una calesa para llevarlos a un hospital de campaña.
Los subieron en una calesa y los lleva van al hospital de campaña, aunque realmente les lleva a un barco de su majestad Guillermo I, que estaba atracado en el puerto.
Por fin empecé a despertar, un olor dulzón en el ambiente, como fruta a punto de pudrirse, llenó mis fosas nasales, el ruido de mucho ajetreo me rodeaba. Sin apenas moverme, que tampoco es que pudiera, conseguí mirar hacia la platea, los encapuchados estaban colocando los cuerpos de los asistentes inconscientes en fila hacia el escenario para ir subiéndolos uno a uno.

El escenario parecía representar una escena del infierno de Dante, los encapuchados subían un cuerpo, allí uno de los dos hombres que habían salido con Mr.Blackwood y con Holmes, un individuo negro que resultó ser Ambrose, asistente personal de Mr. Blackwood, les abría la camisa, el otro individuo que había salido con ellos, uno con sombrero de ala ancha y con muy mal encarado, les hacía algo con una daga en el pecho mientras Blackwood entonaba un cántico, e inmediatamente unos encapuchados cogían el cuerpo y lo sacaban del teatro por una trampilla del escenario, cargándolos en un carro. Poca improvisación se veía en sus movimientos, eso estaba más que preparado, recuerdo que sólo era capaz de preguntarme qué demonios había pasado en ese teatro.
Progresivamente los asistentes comenzaron a recuperar la consciencia, se notaba por los movimientos que los encapuchados se estaban poniendo nerviosos, y más aún cuando se percataron de que Holmes cargaba al último marcado en un carro y partía del teatro con él.

Steven, un policía que había asistido al evento, despertó, y sin dudarlo disparó contra el loco que marcaba a la gente con la daga. No acabó con él, pese a los charcos de sangre que luego vimos, así que tuvo tiempo de huir junto a Ambrose. En ese momento se oyeron silbatos policiales, el oficial O’Hara llegaba con refuerzos al teatro.
Mientras tanto, en la calesa, Mike y Mathew se percatan de que no hay ningún hospital de campaña, donde realmente los están llevando es al puerto, hacia un barco con un gigantesco boquete en la proa (por suerte, encima de la línea de flotación), se trata del barco de su majestad Guillermo I el Grande.
Mathew, el señor del sur, saltó de la calesa sin mucha suerte, ya que sin llegar a tocar el suelo recibió un disparo de sus “acompañantes”. Mike tuvo más suerte, saltó de la calesa, el disparo no le acertó, la calesa giró para atropellarlo, pero tuvo suficiente sangre fría como para esperar, sacar su disparo y acabar con el cochero, aunque no pudo evitar que los enmascarados saltaran de la calesa y se enfrentaran a él. Por suerte para ambos, el enfrentamiento finalizó con la llegada de la policía, pudiendo salvar los dos el pellejo.
Todo esto pasaba mientas yo aprovechaba el revuelo en el teatro para hacer una foto desde el gallinero a todo lo que estaba sucediendo con la Kodak que me había regalado papá. También conseguí escuchar la conversación de dos policías, comentaban que un barco alemán amarrado en el puerto tenía un boquete enorme que se había producido sin explosión ninguna.
Steven hablaba con O’Hara, pese a la gran cantidad de muertos en el teatro, Ohara seguía convencido de la inocencia de Blackwood, parece ser que para el oficial ser un magnate y mantener una gran amistad con Edison era una especie de garantía de honradez.
Un retratista de la policía hizo su aparición, convirtiendo las descripciones de Steven en perfectos retratos de Holmes, Ambrose (otro que por ser el ayuda de cámara de Blakwood era imposible que fuera un asesino) y del hombre con cara loco, y justo este último fue el que armó revuelo entre las fuerzas policiales.
Según O’Hara, era imposible que ese hombre estuviera allí, por lo visto estaba relacionado con un caso famoso, el caso Booker, el caso de un mafioso local de los bajos fondos que desapareció tiempo atrás, del que no supieron nada en un tiempo y de repente volvió en el barco alemán. Su retrato robot había sido visto varias veces en casos de desapariciones, pero cada vez que habían intentado echarle mano, cada vez que lo tenían rodeado, desaparecía, y casualmente al principio y misteriosamente después, siempre aparecía por la zona el mismo tipo.
Al final acabamos todos en la comisaría, hablaban de cifras de 130 desaparecidos, y gracias a Mike, la relación con el barco del káiser Guillermo I, era más que obvia, así que estaban estudiando asaltar el barco, y lo mejor de todo es que pretendían que nada de esto llegara a prensa ¡inaudito!
Cuando, Mathew, nuestro caballero del sur, despertó, pese al accidente, recordaba todo, y podría aprovechar sus conocimientos para la recreación de los hechos que pretendía hacer la policía al día siguiente, a la que tendría que ir, tal y como una enfermera le había comunicado, pero claro, eso será en la siguiente partida…