Juego | Pathfinder |
Fecha | 23/03/2014 |
Campaña | Curse of Xanathon |
Lugar | Manises II |
Asistentes | Juan (DJ), Alan (Marvin), Scott (Kravin), Sento (Englier), J.C. (Karil), Germán (Debra), Leo (Hank) |
Por fin habíamos conseguido hacernos con las espadas y justo antes de que pasara alguna fatalidad. Era el momento de estudiar el ritual que habían llevado a cabo con ellas (del que no sacamos nada en claro) y de rescatar lo que pudiéramos de la guarida del dragón.

En el fondo del pozo del que había salido el dragón encontramos un inmenso tesoro, del que rescatamos solo una parte y con ella pudimos comprar cargas para unas varitas que llevábamos, un arco nuevo, pagar las cuotas para la construcción de la iglesia en nuestro pueblo y aún así nos sobraron 7500 mo.
Al llegar a casa ya nos estaba esperando Wein Histani, a la que ya habían llegado las noticias del éxito en nuestra misión, vamos, que la espada ya le aparecía otra vez en su detector. Le entregamos la espada según lo acordado, pero no le dijimos nada de que teníamos el resto, las espadas ya se separaron una vez porque eran demasiado poderosas y nos parecía que era una muy buena idea, así que con las demás cobramos el favor que nos debía la reina hada, le pedimos que las ocultara lejos de este plano, a lo que accedió sin problemas.
Una vez solucionado el problema de las espadas y ya de vuelta a casa, nos encontramos con una invitación a casa de un comerciante, un tal Jenkins, quien dice tener un negocio al que no seremos capaces de resistirnos.
Obviamente decidimos comprobar si sus palabras eran ciertas así que fuimos a su casa, donde encontramos dos personas en el interior y ninguna era Jenkins, curioso, y más aún la observación del halcón de Kravin, que se había percatado de que hasta el jardinero de la casa estaba armado.
Zogrev Jarol, uno de los dos hombres que nos recibe, dice ser amigo de Jenkins y resulta ser el Ministro del Interior de este país, además, al parecer tiene buenas referencias sobre nosotros, así que nos quiere encomendar una misión. En el este del Gran Ducado de Karameikos hay un Ducado llamado Penhaligon, gobernado por un Duque familiar del Gran Duque, familiar del que han llegado mensajes preocupantes sobre su salud mental. El Ministro quiere gente poco conocida pero de confianza que se desplace hasta allí y que le informe de la situación actual, acompañándonos en la misión uno de sus hombres de mayor confianza, Hank.
Se llega a un acuerdo de una manera bastante rápida, ya que el Ministro nos recuerda la situación alegal en la que se encuentra el aserradero, así que propone, a cambio de que realicemos la misión, hacer una UTE para arreglarlo, además de dictar una orden de búsqueda y captura sobre Lucrecia, tal y como le solicita Karil.
Todo aclarado y equipaje preparado, iniciamos el viaje a Penhaligon, un corto viaje, ya que se encuentra a un día de camino, y pese a la brevedad del viaje, por el camino ya entendimos mejor a qué se referían con las locuras del Duque, unas cuantas de ellas eran el inmenso palacio que se había hecho construir, los aproximadamente 400 hombres de los Emiratos de Ylaruam que había invitado (Ylaruam son unos emiratos fuera del Gran Ducado de Karameikos), el pago de los impuestos en cerveza (lo que ha hecho que se dispare su precio), la obligación de montar los caballos mirando hacia su cola,… unas locuras que se vienen produciendo desde hace unos dos meses, tiempo que coincide con el que hace que no se ve públicamente ni al Duque ni a su sobrina, la cual vive con él.
Llegamos a la ciudad, y en la entrada, para conseguir acceso y guía, ofrecemos 2 mo, que no aceptan, así que probamos con cinco pintas de cerveza, pintas que nos permiten el acceso a la ciudad y tener un guía privado que nos recomienda alojarnos en la taberna de su tío, “El comerciante honesto”.
Pese a nuestro convencimiento de que no nos llevó a esa taberna por ser la más recomendable de la ciudad, sino por su parentesco con el dueño, la taberna resultó ser muy limpia y de precio razonable, eso sí, la política del Duque había provocado que en la taberna se respirara cierto especismo, echaban la culpa del pago en cerveza a los trabajadores enanos contratados por el Duque para la construcción del gran palacio, por lo visto, según los clientes de la taberna, se estaban llevando todo el oro del Ducado.
A fin de ver la situación de una manera más global, decidimos acompañar a Debra a una taberna de enanos. Allí vimos que todos los enanos de la ciudad vienen de fuera, proceden del mismo clan y que son trabajadores caros pero muy eficientes, aunque eso no es lo más destacable, lo que más nos llamó la atención es que se trataba de una taberna de enanos en la que no había cerveza, se la tenían que enviar toda al Duque. Aunque esa falta de cerveza no evitó que Karil consiguiera degustar una, a cambio de 100 mo, consiguió que el tabernero consiguiera una.
Era momento para buscar los agentes enviados por el Gran Duque de Karameikos, agentes que habían sido enviados antes que nosotros y de los que no se tenía noticia. Así que Hank y Marvin se dirigieron a casa de uno de ellos. Hank entró en la casa de manera un tanto brusca, vamos, cuchillo en mano y golpeando a todo lo que se encontraba por el camino, una mujer que allí residía les dijo que la persona a la que buscaban hacía algún tiempo que ya no vivía allí. Tras el éxito obtenido en la búsqueda del agente, habiendo dejado inconsciente a la pobre mujer que les dio algo de información, cuando abandonaban la casa, desde la azotea de un edificio próximo una flecha casi alcanza a Hank, no hubo ocasión para un segundo intento, la de Hank sí que acertó en el blanco y acabó con él y con el interrogatorio que podríamos haberle hecho.
Mientras, el resto estábamos en la bodega tratando de convencer al encargado para que fuera a buscar al jefe de obra, con el que negociamos la venta de madera para unos tres meses y algunos barriles de cerveza. Éste nos informó de que hacía ya tiempo que no se reunía ni veía al Duque, todas las reuniones las estaba manteniendo con el Jefe de la Guardia, un tal Drako.
Sólo se nos ocurrió montar una emboscada, Hank y Marvin irían a hablar con el contacto en el norte de la ciudad, los que vigilaran esa casa esperarían a los dos enviados del Gran Duque, al igual que en la casa anterior, así que los demás capturaríamos a los que les atacaran.
Llevamos el plan a cabo, Hank y Marvin entraron en la casa del contacto, éste, asustado, les dijo que estaban locos, que la casa estaba bajo vigilancia. Mientras, Karil, Kravin y Englier localizaron a los vigilantes y se lanzaron a por ellos. Karil se lanzó sobre el enemigo, que se encontraba en la terraza de un edificio, cargó contra él y lo lanzó por las escaleras por las que en ese momento subía Englier, así que los dos descendieron rodando escaleras abajo. Otro enemigo se encontraba junto a una ventana en el momento en el que entraba Karil, así que aprovechó el enfrentamiento para salta. Karil intentó aguantarlo, pero se revolvió y consiguió escapar corriendo por la calle, hasta chocar con una bola de fuego que había invocado Marvin.
Al menos pudimos interrogar a uno de ellos, que nos contó que ya llevaba un mes vigilando los enviados del Gran Duque, aunque hasta hacía una semana no habían hecho desaparecer al primero. Por lo visto todo empezó con la llegada de un nuevo líder al grupo de extranjeros venidos de Ylaruam, un tal Xanathos.
Como Englier no quería acabar con la vida de unos guardias que solo estaban cumpliendo su cometido, compró tres pociones que provocaban el olvido de las 12 últimas horas, dando una de ellas al preso.

Tras una noche de descanso, los gritos del pregonero con un nuevo decreto nos despertaron. El Duque echaba la culpa de la falta de oro y de matar animales, a los enanos, por lo que a los que no abandonaran la ciudad antes de la noche se les afeitaría la barba y se les llevaría a calabozos donde se les estirarían las extremidades hasta que alcanzaran un tamaño humano.
Antes de que la cosa desvariara más, y antes de que Debra (la enana clérigo del grupo), echara a correr o se fusionara con el suelo, decidimos que era el momento de hablar con Drako, el Jefe de la Guardia, así que fuimos a los cuarteles de la guardia, aunque Debra no entró, por precaución, no era el mejor momento para entrar con un enano.
En el fuerte nos recibió un capitán, Drako no estaba disponible. No se mostró demasiado comunicativo y Karil, que no sé quién permitió que, con el talante que tiene, hablara en nombre de los demás, también fue subiendo llegando a decir que era el representante del Gran Ducado de Karameikos, así que el Capitán nos llevó al interior del fuerte donde nos esperaba una preciosa emboscada, tres escuadras de soldados nos atacaron sin preguntar ni qué hora era.
Karil consiguió intimidar a toda una escuadra, Englier y Kravin se lanzaron a por el Capitán de la Guardia, que era mucho más duro de lo esperado, aunque no lo suficiente, con la ayuda de Marvin conseguimos dejarlo inconsciente.
Cuando parecía que ya estaba dominada la situación se abrieron unas puertas y empezaron a aparecer enemigos por todas partes, esta vez mucho más fuertes. Estábamos rodeados, pese a haber acabado con unos 24 guardias, huir era complicado y encima Karil y Debra estaban separados del grupo, cuando en ese momento el dios Torag dijo “lo dejamos por hoy y seguimos el próximo domingo”, y su voluntad se cumplió.