Exo – Campaña 808 (5ª sesión) – Crisis en el RFP Obselus


Juego Exo
Fecha 07/290913
Campaña Exo 808
Lugar Manises I
Asistentes Germán (Max), J.C. (DJ), Juan (Huk), Lohen (Victor),  Sento (Reinhard), Chema (Lirafaf).

Sesión previa

Capitán… ¿esa estrella no está muy cerca?

La Victoria clase B, con el casco completamente pintado de negro y un delatador parche en la parte superior remendado con una vieja plancha, entró en el hangar de la fragata RFP Obselus. Su entrada fue discreta y no atrajo la atención de lo tecnos que revoloteaban por los hangares. Había cierta dejadez provocada por la rutina.

Los integrantes de la 808 bajaron sus «tesoros» de la nave (una caja de desconocida utilidad y los restos de un robot iroiendi que los atacó, responsable del agujero en el casco) y lo llevaron a la oficina de su oficial al mando: el mayor Alldo. Este no estaba y le dejaron todos los trastos al segundo. Siguiendo el protocolo de los exos, se dirigieron a sus habitaciones, guardaron las armas en la santabárbara automática y se dirigieron a la taberna (unas cervecitas para recuperarse de la misión).

Max estaba preocupado por los habitantes de Rexen y mientras sus compañeros parloteaban buscó en la prensa de los últimos días si Rexen había desaparecido del mapa. Nada había aparecido en los rotativos y la conclusión es que los iroiendi no habían volado aún el planeta. A estas alturas, ya tenían claro que todo aquel tinglado era iroiendi.

La bronca

¿Cuántas cervezas habían caído? ¿Por qué no lleva nadie la cuenta?

Una llamada en sus dataópticos les sacó de su descanso: «Reunión inmediata en la sala de misión». ¡Acababan de llegar! ¡Otra misión tan pronto! ¿Acaso no hay enlaces sindicales entre los exos?

Pero se equivocaban, no les aguardaba una misión. Les esperaba una grabación del mayor Alldo. Desde una holopantalla les dirigió unas palabras en las que les dijo de todo, menos bonito (les calificó como la peor unidad de toda la galaxia). Les acusaba, no sin razón, de haber dañado propiedad privada, de haber falsificado documentos, de no haber conseguido nada en su misión. Finalmente, se despidió diciendo que pensaría que iba a hacer con ellos y que arrojarlos al vacío estaba entre las opciones.

Con la cabeza gacha y algo tocados en la moral, la 808 volvía a su sección en la nave cuando se curzaron en la zona ZeroG con otra unidad exo, la 812. Estaban jugando un improvisado partido de pel·les en el pasillo, con unas reglas un poco callejeras (lo importante no era marcar tanto sino alcanzar al que tenía la pelota). Reinhard comentó si les permitirían jugar y Miren Ali, el oficial de la 812, le pasó la pelota (un calcetín enrollado en realidad). Inmediatamente, dos jugadores rivales se lanzaron contra el sargento y, aunque esquivó a uno, el segundo le arreó un buen meneo. El sargento se deshizo del balón y se lo lanzó a Huk quién viendo lo que se venía encima, amagó con enviárselo a Max, pero comprendiendo que no había porterías y que todo consistía en alcanzar a quien llevara el balón, se deshizo de él devolviéndoselo a Reinhard. Miren Ali se lanzó a por él, cambió de trayectoria apoyado por un compañero y le alcanzó con contundencia. Fue en ese momento cuando el sargento descubrió lo mismo que Huk y decidió devolverle el balón a Miren. Este se quedó flotando en el centro de la zona ingrávida sonriendo. Huk se lanzó a por él y lo esquivó girando en el aire; lo mismo hizo Víctor y Miren le dejó pasar debajo de sus piernas con facilidad. Reinhard, un gran aficionado de los Murciélagos de Jotilsa recordó… un momento… ¿Miren Ali? ¿Tú fuiste jugador de los Gracos de Vettera?

Comprendiendo que no podían ganar, terminó el partido. El calcetín volvió a su pie y los dos grupos exo inciaron el tercer tiempo… en el bar.

Nota del DJ: los personajes no se dieron cuenta que la 812 trataba de animarlos, para que se olvidaran de la bronca recibida. Sí, fueron un poco rudos, pero ese es el estilo exo.

Problemas

Miren les contó varias batallas de su época de jugador (bajo la desesperación de sus compañeros que parecía haberlas escuchado todas), pero el descanso no duró mucho. Los dataópticos de la 812 zumbaron con una aviso y todos sus nuevos amigos desaparecieron por los ascensores. Nuevamente, la desesperación se apropió de nuestros héroes. Su permanencia en los exos no estaba clara, nada clara… y después de dos rondas, la cosa no había mejorado.

De repente, sintieron que sus cuerpos eran más pensados. Todos creyeron que era un efecto secundario de la bebida, ¿tanto hemos bebido?, excepto Víctor que se levantó presto para acercarse a un terminal de la nave y averiguar qué estaba pasando. Sus pasos eran lentos, pesados, cuando, de repente, empezó a flotar en el aire. Afortunadamente, el protocolo de la armada establece que las mesas y las sillas estén ancladas al suelo y eso permitió que el resto de la 808 no saliera flotando (ya sabemos que no tienen muchos reflejos G0). Una mirada rápida al bar y todos los presentes parecen igual de sorprendidos, excepto los autococinas que muestran una profesionalidad imperturbable.

Un rápido recuerdo al protocolo les permitió establecer que sólo hay dos razones para anular la gravedad en la zona residencial de una nave de la RFP: estar bajo un ataque o estar a punto de entrar en el subespacio. No notaban los cambios de inercia propios de ambas situaciones y, además, no había una llamada al zafarrancho de combate ni alertas de salto. ¿Algo raro estaba pasando? Y la 808 decidió descubrirlo.

Todos se lanzaron a trepar por los elevadores (nada difícil en gravedad cero) hasta alcanzar las terminales de acceso de los pasillos en las zonas residenciales. Mientras subían, un miembro del grupo (cuyo nombre no desvelaremos en este informe) afirmó: «esto va a ser una prueba del mayor Alldo y ha llamado a las 812 hace un par de horas para que nos la preparara». Asentimiento generalizado de los personajes y caras de satisfacción de los jugadores.

Al alcanzar su nivel y dirigirse hacia la santabárbara (no sin una discusión previa sobre la idoneidad de armarse o no; menos mal que el sargento les recordó que aquello no era una democracia), se toparon con el cadáver de un miembro de la tripulación. Tras examinarlo determinaron que había muerto de un golpe en el cuello dado con un objeto cuadrado como de 15 centímetros de lado. «¿Matarían a alguien de la tripulación para hacernos una prueba?» se preguntaron. Quizás sí, todos recordaban que en su misión de prueba habían tenido una baja (el sargento anterior), aunque se tranquilizaron al comentar que quizás el hombre había muerto en otro sitio y habían aprovechado que tenían un cadáver. Además, Lirafaf comentó que se veían restos de coagulación de la sangre en la piel. Si hubiera muerto debido a la pérdida de gravedad, la sangre no se había concentrado en ninguna zona. ¡Este hombre murió antes de los incidentes! ¡Casi nos la cuelan estos tipos de la 812!

De todas formas, se armaron. Vale que te estén haciendo una prueba, pero más vale estar preparado para ella con todo (casi, Max decidió que llevar el lanzallamas era exagerado). [Nota del DJ: la armería de una nave espacial en realidad es parecida a una taquilla. Pones el código de la unidad y el sistema hace aparecer una bandeja con todas tus armas. Cuando cierras, el sistema se lleva tu bandeja a un almacén interior. Cuando pides tus armas, las coge del almacén y las enseña en la posición dónde las has pedido]. Una revisión rutinaria de las armas reveló que la cámara de impulsión de la pistola del sargento parecía defectuosa, como si el material se hubiera degradado o fuera de mala calidad. Podía disparar, pero quizá reventara si la usaba muy a menudo. Decidieron practicar con los botones de la santabárbara para que les mostrara las armas de la 812 (la otra unidad exo) y robarles algo de equipo (compañerismo a tope). Su sorpresa fue que la bandeja de la 812 estaba vacía. Sin desanimarse, trampearon el sistema para que sacara las armas de la tripulación. Una enorme colección de pistolas apareció ante sus ojos y muchos se apresuraron a coger una segunda arma de repuesto (por si acaso). Eso sí, como les habían dado un toque ya por el robo de material, decidieron dejar una nota explicando que las devolverían, que era una emergencia.

[Nota del DJ: en aquel momento imaginé al pobre tripulante huyendo de una invasión verriana, acercándose a la terminal de armas, tecleando su código mientras escucha como el verriano se acerca, la bandeja de armas cuando puede oír el chasquido de los dientes de su enemigo y tras un intenso dolor, ver una garra de tres dedos sanguinolenta salir de su pecho mientra relee perplejo la amable nota: «La 808 ha cogido tu arma, es un préstamo, te la devolveremos en cuanto acabe la emergencia…»]

Mientras se arman, Víctor intenta acceder al terminal de la nave para enterarse qué está pasando, pero descubre que el RFPoogle le pide la cuenta de acceso y la contraseña. Tras varios intentos de meter la clave, decide que el sistema está inhabilitado. ¿Inhabilitado? se extraña Lirafaf, el tyrano de Xeo 3, ¡imposible! Expande su mente y entra en contacto con la terminal. Un golpe de energía, que pone los pelos de punta a todo el equipo y deja a Huk (úkaro) como un adorable muñeco de peluche, le deja claro al tyrano el significado correcto de la palabra inhabilitado.

Ya armados, se dirigen al pasillo de acceso, en realidad, los elevadores de acceso, y empiezan un largo ascenso por los terminales. Están cruzando la zona tecno y ven que muchos están atareados. Los intentos de entender qué está pasando, se ven impedidos, además de por la germanía propia de estos simpáticos chispas («parecen que se han herrumbrado los dijes del poloyo que alimentan la trocola»), por una repentina descompresión. Lirafaf intuye, de alguna manera, que aquello va a ocurrir y le da tiempo a atarse, otros miembros son arrastrados unos metros, pero se agarran, Y, finalmente, Reinhard tiene la suerte de encontrar la cola del úkaro a la que se engancha como si en ello le fuera la vida. Huk, henchido de valor, vocea el grito de batalla de la 808: ¡Aaaahhhh! No todos los tecnos consiguen agarrarse.

Los problemas no se han acabado, el aire empieza a escasear y no parece que haya trajes de vacío en las cercanías. ¿Vamos a ahogarnos? ¿Va a terminar así la 808…? ¡ ¡Un momento! ¿Qué están haciendo esos tecnos? ¿Por qué abren paneles y sacan unas pequeñas bombonas de su interior? Rápido, hay bombonas en los compartimentos de emergencia del pasillo (¡qué bien diseñan estas fragatas los de la RFP!). Todos empiezan a respirar de nuevo… ¿Todos? No, todos no, el sargento, un poco despistado, empieza a ponerse azul cianótico. Todos le miran y debido a la corriente de aire que no permite hablar con facilidad, le hacen señas para que cambie de bombona. Tras varios largos segundos, se da cuenta y cambia de bombona. Ahora sí, ahora respira con normalidad.

Una rápida inspección a las bombonas les permite descubrir que varias no están recargadas adecuadamente. La proporción de oxígeno es inferior a la correcta y Reinhard se estaba metiendo en el cuerpo más CO2 del adecuado. Los exos, siempre atentos a los detalles, se dan cuenta que hay muchas cosas que fallan en esta fragata: las pistolas, las bombonas… «¿Y te has dado cuenta que siempre le pasa al sargento? !Cállate, segundo, o descubrirán que estás intentando ascender!

Se apaga la luz. Toda esa zona de la fragata queda sumida en tinieblas…

RFP Obselus
RFP Obselus

Instantes más tarde, la corriente de aire se normaliza. El aire está enrarecido, pero se puede respirar sin ayuda. Aún así, los precavidos exos se guardan un par de bombonas, previa comprobación de su contenido, por si acaso. Y también se agencia, de la zona de los tecnos, un par de botas magnéticas para cada uno y alguna linterna extra. Andar sin gravedad ya no será un problema. Cuando llegan a la zona de Zero G, el cilindro central que permite acceder a todas las zonas de habitabilidad de la nave, comprueban que una de las esclusas de emergencia ha reventado. Los tecnos han echado pasta selladora (una hormigonera entera por el tamaño del boquete) y todo parece haberse tranquilizado un poco. Algo está pasando y no saberlo empieza a ponerles nerviosos. Se acercan a un terminal y Lirafaf hace un nuevo intento (los demás se apartan un poco, instintivamente). Esta vez sí y se enteran de lo que ocurre. Varios sistemas han empezado a fallar en cascada y los tecnos están desbordados intentando arreglarlos. Además, tanto la sección de proa (puente y aledaños) como la de popa (ingeniería y motores) han sido selladas y nadie puede entrar ni salir. Al principio creen que es otro fallo, pero luego deciden que es un procedimiento de seguridad estándar. Algo está ocurriendo en el interior de la nave (o alguien lo está provocando) y han aislado las partes más sensibles de la nave (donde están los jefazos, vamos, ¿alguien habló de un sindicato?).

De repente, la gravedad vuelve, pero no es normal. ¡Es como si estuviera borracha! Sujetos con sus botas magnéticas notan como su cuerpo es empujado a un lado y otro, como una peonza. Nuestros valientes exos empiezan a especular y creen que estos cambios gravitatorios no son normales. ¿Estarán cerca de un agujero negro… otra vez?

Uno de ellos recuerda que en el interior de la nave está el puente de combate. Es un duplicado del puente de proa que se utiliza como puente de apoyo en caso de combates. Quizás allí haya alguien que pueda indicarles qué pasa. la única pega es que para acceder a es puente de mando tienen que subir a la parte superior de la nave, cruzar por la zona de armamento y volver a bajar, considerando que lo de arriba y abajo en la nave no está muy claro y que la gravedad se ha tomado unas cañas, no es una misión tan sencilla. Sin embargo, mientras cruzan por la zona de armamento, y recuerdan como los artilleros bromearon con ellos diciendo que la ventanillas de observación se usaban para apuntar, descubren una enorme estrella bailando en el cielo. Cada pocos segundos pasa por su campo de visión y cada vez en direcciones diferentes. Unos cálculos rápidos les permiten deducir que la nave se estrellará con la estrella en apenas 4 horas…

[Nota del DJ: pongo el cronómetro en marcha. Ya he utilizado este recurso en otra ocasión y hace que los jugadores se concentren mucho en salir del apuro]

Llegar al puente no fue difícil, abrir el acceso tampoco, pero se toparon con una dificultad. El puente estaba apagado y había una terminal de encendido (un botón rojo que ponía ON). Al pulsarlo les pidió un usuario y una clave… Víctor tuvo cierta inspiración y antes de que Lirafaf trasteara con las entrañas cibernéticas, escribió: «Admin» «1234». El puente se encendió. «Adoro jugar con informáticos».

Lo primero que hicieron fue investigar qué estaba pasando. Descubrieron que todos los sistemas dañados se concentraban en una zona esférica alrededor de la zona de oficiales. Rastrearon las cámaras de seguridad y muchas estaban inactivas, pero revisando hacia atrás en el tiempo descubrieron una zona de la nave, una especie de laboratorio, donde algo, como un puercoespín había atravesado paredes y mamparos. La zona era un caos. Saltaron hacia atrás y pudieron seguir a unos civiles con batas blancas de laboratorio…

…¡Un momento! ¿Civiles? Sí, civiles. En las naves de la Armada de la RFP van civiles encargados de diversas tareas, en especial logísticas, de las que no se encarga directamente la flota…

…que trasladaban una caja por un pasillo hasta ese laboratorio. Tras manipularla un poco, la caja parecía estallar a sorprendente velocidad apareciendo decenas de vigas cuadradas por todo el recinto. Los dos civiles mueren atravesados por las vigas y estas cortan…

…¡Un momento! ¿No será la caja que trajimos de Rexen! Sí, efectivamente. Si siguen a los civiles marcha atrás pueden ver como sacan la caja del despacho del mayor Alldo.

Reinhard decide que ha llegado el momento de hablar con la autoridad en el puente de proa.

– Aquí el sargento Reinhard de la unidad exo 808 desde el puente de combate. ¿Me escucha alguien desde el puente principal?

Un tenso silencio, varios segundos y, finalmente, una voz grave.

– Dime, hijo, ¿qué está ocurriendo allí abajo?

¿Hijo…?  ¡Cielos…! ¡Es… el… ca… pi… tán!

– Aquí bien todo, ahora, todo bien. Y ustedes, todo bien, allí…

– Estamos un poco atareados intentando gobernar la nave. Los motores de maniobra se han vuelto locos y caemos hacia la estrella.

– Eh…

– No te preocupes muchacho… hemos salido de cosas peores. Los tecnos están trabajando en ello y en cuanto podamos nos alejaremos de la estrella… pero, una cosa, ¿nos ayudaría saber qué está pasado?

– Al parecer unos civiles – [Nota del DJ: un sargento con tablas] – han manipulado tecnología alienígena sin las medidas de seguridad adecuadas. Le mando unas imágenes [Y añadió a su equipo: sólo las imágenes en el pasillo previo, el laboratorio y la explosión. Que no sepan de dónde ha salido].

La misión

Tras un instante de estudio, el capitán contestó:

– Hijo, os habéis portado bien, pero necesito que hagáis una cosa por nosotros. ¡Sacad esa maldita cosa de mi nave! No me importa cómo lo hagáis, pero parece la causa de nuestros problemas.

– Así se hará, señor.

Y tras cortar la comunicación, se volvió a su unidad y pudo leer en sus ojos, nadie dijo nada, pero lo pudo leer: «¿Por qué has llamado al puente? ¿Podríamos habernos ido en nuestra nave Victoria y nadie sabría nunca que ha sido culpa nuestra? La vida de comerciante al margen de la ley no tiene mala pinta y sé de buena tinta que Sombra quiere sacar un suplemento de comerciantes después del de Inmos…»

Acudieron rápido a la zona de oficiales (tic, tac, el reloj corría) y pudieron ver en directo las vigas que atravesaban los paneles. Tenían unos 15 centímetros de grosor, el material era extraño al tacto (no era frío y parecía pulido, aunque no emitía reflejos)…

… ¡Un momento! ¿Vigas de 15 centímetros? ¿Cómo la que mató al tripulante del principio? Sí, del mismo tamaño…

Reclutaron a un par de tecnos para que se aplicaran en el corte de las vigas. Estos las atacaron con soldadores de plasma y aunque conseguían hacerles mella, el avance era muy lento. Calcularon que tardarían unas 24 horas en alcanzar la caja.  Tic, tac, el reloj corría. Además, observaron que uno de los tecnos tenía problemas con su lanza térmica, la arrojaba al suelo y se iba a por otra entre reniegos y murmuraciones.

Tenían claro que aquella cosa estaba incrustada entre paneles y no se estaba moviendo, entonces ¿cómo demonios había matado a ese tripulante y como estaba averiando los sistemas? Max sugirió que se acercaran a ver uno de los sistemas. Así lo hicieron y descubrieron que este tenía un agujero preciso de 15 x 15 centímetros en una de sus partes vitales. No había sido un sabotaje quirúrgico, un golpe en una parte vital. Está claro que la caja tiene que tener un ayudante, algo que se está moviendo por la nave y causa estos fallos…

…¡Un momento! ¿Alguien ha visto el robot averiado que trajimos junto con la caja desde Rexen? No, la verdad, vimos mover la caja en las imágenes, pero no el robot, ¿dónde estaba el robot? Ostras… recuerdo que eran bastante duros de pelar. De hecho, sólo pudimos cargárnoslo con la cibernesis del tyrano.

¡Rápido! (tic, tac…) ¡Un plano de la zona averiada con relación de tiempo! Descubrieron que el robot había estado moviéndose en una especie de espiral tridimensional de un sistema a otro. El inicio estaba en la caja y cada vez había ido atacando sistema más exteriores. De acuerdo, si seguimos su protocolo de movimiento, ¿cual será su próximo ataque? Unos cálculos… (tic, tac) …¡el sistema de municiones del casco superior…!

…¡Un momento! ¡El sistema de municiones de los cañones navales! Si explotan un par de bombas de esas dentro de la nave podemos considerarnos muertos. ¡Vamos a por ese cabrón!

La sala está alumbrada sólo por las linternas. Dos enormes hileras de municiones navales, más grandes que un humano, descansan inocentemente en las cananas de artillado. No hay nadie vigilando, silencio. De repente, escuchan el ruido de los pasos arácnidos del robot y, al parecer, viene por el suelo (por los conductos de instalaciones). Un golpe, una viga de 15 centímetros, atraviesa el suelo y cuatro patas diminutas empiezan a ensanchar el hueco. Rodean la salida y Huk se cuelga del techo con un cable de alta tensión que ha arrancado de un patinillo de instalaciones. El objetivo es electrocutarle para que caiga abajo, alejarle de las bombas, y luego rematarle a tiro limpio (Nota del DJ: por alguna razón, creían que disparar en una sala llena de bombas no era la mejor idea).

La primera parte del plan sale más o menos bien. Huk se suelta y consigue enganchar el cable eléctrico en las articulaciones de las patas del robot, saltando a continuación para que las balas de sus compañeros no le den por error (no se fiaba mucho de su puntería). Sin embargo, aunque frenado, el robot consigue subir. Se convulsiona (como un extraño baile moderno), pero no ceja en su avance. Disparos, disparos y más disparos. El robot (que es del mismo material que las vigas) parece imposible de dañar.

Lirafaf intenta controlarle mentalmente, pero falla, el robot le reconoce (ya había usado ese truco con él en otra ocasión) y se lanza a por él. Afortunadamente para el tyrano, la corriente eléctrica no le permite correr mucho. Más disparos y más y más.

Un nuevo intento con su cibernesis y el robot queda petrificado. A Lirafaf le corre una gota de sudor por su oronda cabeza sin vello. Los disparos se detienen.

– Bien… ¿y ahora qué hacemos?

Max investiga, sin tocar por culpa de la electricidad, al robot y descubre que la unión de las patas, la plataforma sobre la que han sujetado la viga, es la que aloja los circuitos de control y que destruyéndola pueden acabar con él. El sargento, tendrá el honor de hacerlo. Acerca su pistola, imposible fallar y dispara… (DJ: haz una tirada de dados para comprobar que no haces una pifia… 9, 9, 9… sonrisa malvada) …pues la bala rebota en el metal, corta los dos cables eléctricos y pasa tan cerca del tyrano que este pierde la concentración.

Robot libre, salta y se aleja de nuestros héroes. Le buscan rápidamente con sus linternas y descubren que está armando las cabezas de las bombas (debe llevar dos o más). ¡Sin piedad! Disparos, Disparos, más disparos… Lirafaf se acerca al robot, expande su mente, pero esta vez no intenta controlarlo. Directamente, lo destruye. Los circuitos del robot se funden y queda sin vida.

Por cierto… ¿alguien sabe desarmar bombas navales?

[Nota del DJ: Menos mal que los chicos de armamento no estaban lejos]

El último escollo

Cuando vuelven donde la caja, los tecnos no han avanzado mucho. Se intenta buscar una solución rápida. Apenas quedan minutos para cruzar la distancia límite a la estrella. ¿No notáis un poco de calor?

Tras escudriñarlo con un potente sensor, los exos descubren que las vigas son una aleación de fullerenos con base de ununtrium (nota del DJ: sí, a veces me gusta usar palabrejas); descubren además que tiene cierta energía. No es mucha, pero está presente. Eso les hace pensar en un PEM, pero claro, los mamparos de una fragata está preparados para resistir un PEM. ¿Cómo llevar la granada hasta el interior? Un pobre robot de limpieza que cruzaba por allí resulta elegido para la misión. Es un robot no más grande que una caja de zapatos, incluso con la misma forma, con pequeñas ruedas magnéticas que le permiten avanzar en entornos de gravedad cero y va equipado con una cámara que permitirá a los PJ seguir su avance (y mandarle instrucciones si fuera necesario). Con algo de pompa y boato, le escriben el número 808 en un lateral. Es uno más del equipo.

– Te das cuenta – le comenta Víctor al sargento – que lo estamos mandando a la muerte.

– Lo repararemos – le responde visiblemente emocionado.

El pequeño robotijo demuestra ser más habilidoso de lo que esperaban. Además, los personajes se percatan de una cosa que antes no habían imaginado. Los mamparos tienen pequeñas gateras que facilitan el movimiento de esta simpática fauna. Accede al laboratorio donde está la caja y pueden ver que la densidad de vigas en esa zona es enorme. Hubieran tardado semanas en acabar con todo eso. Pulsan el detonador y la cámara deja de funcionar.

(pausa dramática)

Unos instantes después, las vigas parecen encoger. Cuando los personajes entran en la sala, la caja vuelve a tener su tamaño. La 808 no se lo piensa, Cogen al robot, cogen la caja, buscan la esclusa más cercana, esperan que la estrella esté a tiro y abren la puerta. Tanto la caja como el robot se precipitan en el interior de un fusión estelar.

Aliviados de las continuas interrupciones provocadas por la caída de sistemas vitales, los tecnos pueden concentrarse en el motor, apagar el sistema de maniobra, momento que aprovecha el puente para encender los motores de impulso y cuando la nave apunta en la dirección correcta, alejarse de allí a toda velocidad…

Días más tarde, cuando las reparaciones aún no se han terminado, centenares de tripulantes (algunos de los cuales son de cartón, pero nadie se da cuenta hasta que las imágenes no se distribuyan en el circuito de holovídeo) forman dejando un pasillo en el centro hasta una tarima donde están las autoridades de la RFP Obselus. La 808 avanza por el pasillo y el propio capitán Mikaler les observa sonriente. Dirige unas palabras elogiosas a los cinco miembros de la unidad y después coloca una medalla en el pecho del sargento Reinhard en representación de toda la unidad. Huk gruñe de satisfacción y todos los tripulantes se ponen firmes, mientras un pequeño robot de mantenimiento con un 808 pintado en un lateral hace su aparición en el estrado diciendo: «pi, pi piupi». Todos ríen la gracia…

…¡Un momento! ¿Todos? Todos no, el mayor Alldo, el mismo que les amenazara con echarlos de la nave por la esclusa más próxima por su incompetencia, no ríe, ni siquiera sonríe…

[Nota final del DJ: los personajes han descubierto que están pasando dos cosas importantes en esta aventura: por un lado, parece confirmado que los iroiendi están en el sistema Rexen, pero no saben qué están haciendo allí ni cual es su propósito. El capitán les ha comentado ya que deben averiguarlo. Lo segundo es que en esa nave hay más averías y equipo que funciona mal de lo normal. Sin embargo, estos dos misterios tendrán que esperar a una próxima aventura de la 808…]

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