La patrulla empieza a explorar el Bosque de Chet para encontrar el campamento de los bandidos.
Fecha: 2022-12-16
Asistentes:
- Hyandano (Miguel Ángel)
- Amlaith (Perico)
- Hatalquen (Tolanss)
No asistentes:
- Gartphen (Sirvent)
- Yal (Sku)
2965 Afterlite (Jul) 02
Nos levantamos pronto por la mañana y nos dirigimos al bosque en la dirección que nos sugirió Lyssie.
El aire estaba cargado con el aroma húmedo y fresco de la lluvia recién caída. Los árboles, cubiertos de hojas verdes y brillantes, parecían estar respirando aliviados después del aguacero. El suelo, cubierto de hojas caídas y ramas rotas, estaba húmedo y resbaladizo bajo los pies. El sonido de las gotas de agua cayendo de las hojas y de los arroyos de agua corriendo por la ladera de la colina llenaban el aire. En el fondo, se podía ver el resplandor del sol asomando por entre las nubes, bañando el bosque en una luz dorada y cálida. Era un paisaje hermoso y sereno, un lugar perfecto para una caminata reflexiva (hex 9).
Pero pronto el camino se volvió más difícil y nos costaba más avanzar, al cabo de una hora larga de andar por el bosque llegamos a un pequeño claro dónde nos encontramos con un extraño árbol plantado en el centro. Estaba cubierto de placas metálicas que parecían muy bruñidas. Al acercarnos más vimos que entre las ramas se podía ver los restos de algún tipo de criatura desconocida completamente calcinados. Al margen de la dantesca imagen de la criatura calcinada, el grupo no observa nada destacable en el lugar y procede a continuar su camino (hex 14).
Seguimos avanzando hacia el norte y al cabo de aproximadamente otra hora de camino llegamos a una zona del bosque donde el camino empieza a ponerse otra vez complicado, no ha tenido mantenimiento y se ha llenado de piedras y vegetación (hex 11). Hyandano nos hace una señal y nos detenemos en silencio. Unas matas un poco más allá se mueven como si alguien estuviese acechando desde ellas. Un merodeador de Angmar que aguardaba emboscado en aquel escondite se ha delatado, aunque no va a vender su piel barata: en cuanto se sabe descubierto se yergue sobre los arbustos y lanza un grito de guerra gutural, al tiempo que nos amenaza agitando una cimitarra sobre su cabeza. Durante unos instantes que se hacen eternos, nos observamos mutuamente y el merodeador clava en nosotros sus fríos ojos amarillos, esperando a ver quién es el primero a lanzarse al ataque.
En un rápido movimiento combinado, Hatalquen y Hyandano descargan dos mandobles brutales sobre el orco, que retrocede despedido por los golpes y cae medio de bruces contra un árbol. Parece que el combate ha terminado prematuramente cuando el enorme orco tose, escupe algo de sangre y, riéndose a carcajadas, nos devuelve una mirada llena de desprecio. Es como si nuestro ataque no le hubiera hecho el menor efecto y blande su arma lanzándose contra nosotros. Fugazmente vemos un relámpago de plata, la flecha de Amlaith que falla porque el orco consigue esquivarla y golpear a Hatalquen, que recibe un tremendo golpe de cimitarra.
Como puede, Hyandano se revuelve y arremete contra el orco con su espada produciéndole una tremenda herida; otro contrincante hubiera caído, pero éste sólamente se duele y devuelve un hachazo que pilla a Hyandano desprevenido.
Hatalquen respira hondo, tensa su arco y dispara. El dardo vuela directo hacia el orco, que en el último momento se gira esquivándolo inadvertidamente. La flecha va a clavarse a un tocón unos metros más allá y al ver el orco que era objeto de este ataque, se deja llevar por una ira ciega.
Amlaith realiza un mandoble con la espada que se cuela entre las placas de la armadura de pieles del orco, parece que esta vez si le hemos hecho suficientes heridas como para enviarlo de vuelta a la oscuridad de la que proviene.