Alejandreta II: En busca de los Sarios. De cuando todo volvió a empezar


Comandos de Guerra

Juego Comandos de Guerra
Fecha 13-02-2011
Campaña Alejandreta II
Lugar Manises I
Asistentes Chema (Halifax), Leo (Samantha), Germán (Jordan), Perico (Ashon), J.C. (Director de Juego), Lohen (Campbell), Juan (McTine), Sento (Hamilton)

Edimburgo, Enero de 1938

Estación de trenes de Edimburgo, un tren llega a la estación, cuando está a punto de parar, una mujer esperando en el andén se fija en unas extrañas manchas oscuras en el cristal de uno de los compartimentos, son manchas de sangre.

Todo podría haber quedado ahí, pero no, en el interior del compartimento hay un Turco muerto, y, dado lo que ocurrió la última vez que aparecieron turcos muertos en Edimburgo, la policía no tarda en avisar al retén de guardia de la Mansión Avontovn, y ¿quién estaba de guardia?, pues casualmente los mismos que la última vez que aparecieron turcos muertos en Edimburgo, perro destino…

Llegaron las noticias a Avonton, inmediatamente el Teniente Ashon hizo subir al cuerpo de guardia a un camión y partieron hacia la estación. Siendo que Ashon conoce al equipo mejor que nadie, y desconfiando de sus posibilidades en algunas materias, decide realizar la inspección de la escena del crimen él mismo, acompañado por el Sargento Campbell.

Nada más entrar en el compartimento lo primero que ve, por suerte para él, es un cordel de parte a parte de la puerta, alguien nos había dejado un regalito. Ashon grita «todos al suelo», e instantes después estalla un artefacto en el compartimento. Por suerte no era una granada, era un artefacto explosivo casero sin demasiada potencia, al parecer estaba hecho con detergente, sosa caústica, papel,… su fin era más el de asustar que el de acabar con los que entraran.

Inspeccionamos al turco, lo primero buscar tatuajes en la parte posterior del cuello, y premio, ahí está el ya conocido símbolo de los antiguos cristianos que tantos problemas nos trajo la última vez. En el baño encontramos restos de una sustancia negra que parecía betún, aunque por lo visto era maquillaje de los utilizados para las obras de teatro.

La parte de averiguar de quién se trataba no fue demasiado complicada, el revisor nos informó que se trataba de Mustapha Ali, y viajaba acompañado de su hermano Mohammed Ali. Poco más pudo decirnos, a parte de que venían de Londres y de que Mustapha no habló en todo el trayecto. Poco más pudo decirnos, hasta que sonaron las palabras mágicas, le ofrecí tomar en el bar una pinta de cerveza, a fin de serenar sus nervios, y de repente empezó a ser una persona mucho más competente y accesible, recordaba algunos datos de los viajeros y, lo que es más importante, me dio la lista de pasajeros.

  • Lord & Lady Sterling
  • Mr. McDouglas (Propietario de una taberna de Edimburgo)
  • Mr.Smith  (Un americano bastante desagradable)
  • Mr. York
  • Herr Baun
  • Mr. & Mss. Tierland (Una pareja de recién casados)
  • Mustapha Ali (El asesinado), Mohammaed Ali (El hermano del asesinado).

De los hermanos Ali nos pudo decir que tenían una constitución física muy parecida, misma altura, ojos acules,… llevaban un maletín y una maleta grande. Herr Braun también llevaba una maleta muy grande.

Habían doce compartimentos en el tren, y en cada uno de ellos se encontraban:

En el andén estuvimos hablando con Charly, el policía que primero llegó al lugar e hizo que nos avisaran. Era un hombre competente, había anotado el nombre de todos aquellos que habían abandonado la estación, según su relación, de la estación habían salido todos menos Mustapha Alí y Herr Baun.

El forense de la policía examinó el cadáver, al parecer le habían roto el cuello, llevaba 24 horas muerto (desde la salida de Londres) y la sangre de la ventana no era suya, ya que no tiene heridas.

Habían demasiadas incógnitas y ya nos estaban presionando para que obtuviéramos resultados, así que decidimos separarnos. Samantha, Halifax y yo partimos hacia el pub de McDouglas, el resto continuarían la investigación en la estación.

En la taberna de McDouglas la cerveza era de excelente calidad, y McDouglas un profesional de los que cada día se ven menos, un par de pintas y empezamos con el interrogatorio. McDouglas no tuvo problemas en colaborar, según nos contó, Herr Baun no era alemán, era austriaco y no recordaba que tuviera ningún tipo de herida, eso sí, le llamó mucho la atención el hecho de que prácticamente bajara en marcha del tren al llegar a Edimburgo, atravesara las vías y saliera por el andén contrario, dirigiéndose a la parada de taxis.

Posteriormente supimos que esto coincidía con lo que nuestros compañeros habían averiguado, habían hablado con el ujier de la parada de taxis, quién les dijo que un hombre, que respondía a la descripción de Herr Baun, había cogido un taxi al hotel Brigadier, aunque no llevaba maleta, los que parecían ser los Timberland, habían ido al hotel Sheraton.

Varias pintas después, Halifax, Samantha y yo estábamos más afectados de lo que queríamos reconocer, me percaté en el momento en el que Samantha se puso más cariñosa de lo que debía una muchacha de su estatus, así que decidimos volver a la estación antes de que la cosa se complicara.

En la estación no estaba el resto del equipo, más tarde supimos que habían ido al hotel Brigadier a buscar a Herr Baun, donde tuvieron la máxima colaboración, el recepcionista reconoció a McTine de la última visita que hizo, así que contó todo lo que sabía. Nadie se había hospedado a lo largo de la mañana, pero si que había ido un hombre, Herr Baun, a recoger un sobre procedente de Austria, por las preguntas que le hizo, supuso que habría ido al puerto.

Mientras nosotros esperábamos sentados en un banco de la estación a que el efecto de las pintas de cerveza disminuyera, el resto fue a la taberna del puerto a la que suponían había ido Herr Baun. El dueño de la taberna era amigo de McTine (este soldado tiene más conocidos que mi amigo Lohen y Scott juntos), el austriaco llegó tres horas antes que ellos, estaba buscando un pasaje para volver a casa.

Después de las gestiones en la taberna portuaria, volvieron a la estación, donde nos encontraron en el mismo banco en el que llevábamos una cantidad indeterminada de horas, en un estado nada digno de un soldado británico, y menos aún de una muchacha soltera y casadera. Halifax al ver a Cambell no pudo evitar abrazarlo, estaba en ese momento que algunos llaman exaltación de la amistad. Cambell le dio un guantazo que parecía que el Big Ben hubiera marcado las 13 horas. Después de las reprimendas y amenazas correspondientes, nos hicieron subir en el camión y partir hacia el puerto.

En el puerto McTine y Ashon ven un barco alemán con dos marineros en cubierta «paseando», estaba claro que ese era el buque que buscábamos, había que asaltarlo. El plan era el siguiente, Halifax y yo no estábamos para misiones de incursión, así que nos dieron un fusil a cada uno y nos pidieron que los cubriéramos como pudiéramos, a Samantha la enviaron al Bar, diciéndole que se quedara allí hasta que hubiera pasado todo. Ashon, McTine y Campbell asaltarían el barco.

A mitad camino los detectaron, asíq ue empezó el tiroteo antes de lo esperado. El teniente Ashon nos demostró porqué era teniente, recibió un disparo en un brazo, pero teniendo el otro disponible disparó su pistola, matando a dos de sus enemigos con un solo disparo, uno de impacto directo y el otro con el rebote de la bala en las paredes del barco. Cambell se encargó de los de la cubierta lanzándoles una granada, y así, poco a poco, acabaron con todos los del barco.

El buque llevaba una antena y una radio demasiado potentes para ese tipo de barcos, estaba claro que nos encontrábamos ante un grupo de espías, también encontramos un sobre con un pasaporte, pero no miramos mucho más, había que irse antes de que llegara la policía, era un barco alemán y no estábamos en guerra, era mejor que nadie supiera lo que había pasado.

Al volver a Avonton, nos esperaba Lord Mountbaten con una terrible noticia, Colbert había vuelto a desaparecer….

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