Eberron, la hoja del alma (3)


Eberron

Juego Eberron
Fecha 17-10-2010
Campaña Los Ignotus – Susurros de la hoja del Vampiro
Lugar Valencia II
Asistentes Scott (Director de Juego), Leo (Silqüalin), Lohen (Mordekai), Juan (Trasto), J.C. (Kat), Sento (David)

Puerto Trolan

Dejamos la narración cuando empezó el combate en medio del baile de máscaras, es lo que tiene la lucha, complica mucho tomar anotaciones, por lo que lo sucedido anteriormente ya veremos si conseguimos recuperarlo…

Nadie esperaba tener que luchar en el baile, algunos pensarán que sí, pero si alguien lo hubiera esperado, ¿hubiéramos entrado sin armas?, por si fuera poco, nos encontramos en medio de dos fuegos, el vampiro y su hermana habían desaparecido (como odio la niebla de las narices), y nos encontramos rodeados de gente que nos apunta con ballestas.

Por suerte la embajadora recuperó la razón y ordenó a sus hombres que bajaran las armas y que se fueran, quería hablar en privado con nosotros.

La bronca que recibimos fue mayúscula, sobre todo por haber sacado armas, si, ya se que he dicho que no llevábamos armas, pero claro, hay que recordar que Trasto ES un arma. A cambio de que, cuando pudiéramos, le informáramos de cuál había sido el destino final de Lucan, nos dijo que estaba a punto de embarcar en una nave de la casa Lyrandar en dirección a Karnatz, si nos apresurábamos podíamos llegar a tiempo.

Salimos cual elemental de aire en dirección a nuestra posada, si, ya se que suena incongruente, pero llegamos a la conclusión de que era estúpido enfrentarse a Lucan sin armas, y éstas estaban en la posada. Recogimos las pertenencias y otra carrera al embarcadero.
Menuda sorpresa cuando llegamos, resulta que el embarcadero era una torre de amarre, una estructura elevada a la que se puede acoplar la aeronave elemental que se alza por encima del resto de estructuras de Puerto Trolan (puede verse desde casi cualquier sitio de la ciudad), y no tiene ascensor!!!! Menos mal que traje a Sombrita y pude subir hasta arriba sobre su lomo, la cara de Silqüalin no tenía precio cuando llegamos arriba, y Mordekai no hacía más que tirarse lubricante en las rodillas.

La aeronave en la que pensaba viajar Lucan era la “Destino en las nubes”, y por suerte aún estaba atracada, aunque los trabajadores gnomos del muelle estaban largando las maromas que soportaban la aeronave, y en cuanto lo hicieron se giraron hacia nosotros con armas en las manos, ya sabía yo que esto no iba a ser tan fácil.

El combate duró poco, los cinco estibadores no eran reto para nosotros, lo que si que fue un reto fue subir al barco, Mordekai subió antes de que retiraran la pasarela, a mi me tocó saltar, pero claro, ¿Qué es un salto para Sombrita?, Kat tampoco tuvo problemas, a Silqüalin la atrapamos en el aire (cuando caía), y Trasto tuvo suerte de poder cogerse a un saliente de la nave cuando falló el salto.

Creíamos que ya estaba todo solucionado cuando apareció el capitán del navío rodeado de ayudantes armados, le explicamos que estábamos en una misión divina, pero misteriosamente no nos creyó, así que tuvimos que pagar los pasajes a precio de oro, vamos, a cambio de la carta de pago que nos habían dado.

El viaje no tenía ninguna parada antes de 50 horas, por lo que era el mejor momento para descansar, no era buena idea enfrentarse a Lucan en este estado, así que descansamos todo lo que pudimos.

Después de recuperar fuerzas examinamos la nave, algunas zonas eran de paso restringido, pero ¿quién es capaz de restringir una zona a un paladín en misión divina? Pudimos registrar hasta la bodega, pero no conseguimos encontrar el escondite de Lucan, la nave era grande, pero no tanto, ¿Dónde demonios se había escondido?

Llegó la hora de la cena, entre el pasaje que esperaba en la puerta del comedor, Mordekai vio a una anciana que le recordaba en exceso a Grilsha, preguntamos por ella a los tripulantes y averiguamos que viajaba sola en el camarote 6, así que allá fuimos, mientras dejamos a Kat vigilándola.

En el camarote no había nada que la delatara como hermana de Lucan, pero la entrada hizo que el pasillo se llenara de tripulantes armados que nos pidieron que les acompañáramos (muy despacito) a hablar con su capitán. El Capitán estaba muy enfadado, para evitar que nos tirara por la borda (estaba muy alto), le explicamos la historia de Lucan y Grilsha, por lo que accedió a no tirarnos y a pensárselo un día, después nos diría su decisión.

El seguimiento de Kat no fue infructuoso, pudo descubrir que la anciana era maga y con esta información conseguimos que el Capitán accediera a darnos permiso para registrar la habitación de la anciana y que reforzara la seguridad en la zona de camarotes.

Cuando por fin parecía que las cosas mejoraban y que podríamos hacernos con Lucan, apareció una nave parecida a la “Destino en las nubes”, pero no debía de ser de pasajeros, ya que, nada más aparecer, la tripulación de cubierta empezó a gritar “¡¡¡¡piratas!!!!”, y fueron a sus puestos de combate en el mismo momento en el que salían cuatro esquifes de la nave pirata, cada esquife transportaba ocho mercenarios de la Garra Esmeralda.

Kat desenvainó sus dos espadas y saltó sobre el primer esquife antes de que llegara a nuestra nave. El salto fue un poco justo, y tratando de no perder el equilibrio no pudo golpear a nadie, es más, recibió algún golpe, pero hay que reconocer que le quedó de narración de bardo. Los demás tratamos de acabar con los piratas antes de que entraran en el interior de la nave, sin demasiado éxito, eran demasiados hasta para nosotros.

Cuando acabamos con todos los de la cubierta, fuimos al interior de la nave, encontramos muertos a los pies de Lucan a todos los piratas que habían conseguido entrar. Lucan desafió a Trasto, pero en ese momento llegábamos todos los demás, así que volvió a hacer su truquito de gas y desapareció justo en el momento en el que la nave pirata chocaba contra el “Destino en las nubes”.

Del impacto el elemental se liberó y la destino comenzó a caer y si, aquí nos encontramos, unos corriendo presa del pánico, otros tratando de inventar algún sistema que evite la muerte segura, y otros dejándolo todo anotado para que los que vengan detrás no cometan nuestros mismos fallos y consigan acabar con el mal que representa Lucan.

Espero poder seguir con estas narraciones, eso querría decir que he sobrevivido a la caída, pero en estos momentos lo considero improbable, pero claro, nadie conoce la voluntad de Dol Dorn, y en él confío.

David Legsbreaker, acercándose al suelo demasiado rápido

Inventario

 

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