Nos levantamos de buena mañana y a caminar, con un ritmo endiablado, parece mentira lo que motiva el miedo a perder el tren que te lleva a casa. Hicimos los 6 km. que separan de Boadilla a Frómista en una hora. Hugo se ofreció a acercarnos en coche, pero el camino es el camino, y sin lesiones no hay coche, así que carga frontal contra Frómista junto al Canal de Castilla, que por cierto, es un trozo muy bonito para hacer de buena mañana, ya que ves la niebla sobre el agua según va amaneciendo.
Llegamos a Frómista y no pudimos ver nada, ya que estaba todo cerrado, así que esperamos pacientemente el tren y a Palencia. Allí hicimos una visita turística, ya que hasta el tren que nos llevaría a Madrid pasaría a las 4 horas. Un lugar muy bonito para visitar, lo vimos muy rápido, pero nos dejó muy buena sensación, a ver si hay suerte y volvemos con más tranquilidad en otra ocasión.Mientras visitábamos Palencia, se sucedían las llamadas de auxilio a Clara, para que por internet nos comprara los billetes del AutoRes Madrid-Valencia, no fuera que al llegar a Madrid nos quedáramos más tirados que una colilla.
Por fin llegó el tren, un cercanías, que nos dejó en Madrid. Luego Metro y al AutoRes, bueno, antes una parada técnica en un bar donde compramos unos bocatas que sabían a gloria, y unas bravas, que bravas!!!, la de tiempo que llevábamos sin comer bravas, que por allí no las conocen,… snif, lloro de recordarlo.
En el AutoRes, ratos de conversación y ratos de semi-inconsciencia propucidos por el agotamiento, pero por fin llegamos a casa, donde nos esperaba la familia a ver si era verdad que estábamos vivos y no nos habíamos roto nada.
Y así se acaba, y así lo hemos contado, el año que viene intentaremos ir otra vez a ver a Santiago, porque una cosa está clara, nosotros no somos los mismos sin Santiago, pero el Camino no es lo mismo sin nosotros.
Buen Camino Peregrino, Ultreia, Suseia, Santiago