Retomando esta buena costumbre que habíamos abandonado un poco, este miércoles volvimos a nuestro bar favorito de los miércoles noche a tomar unas cervezas y sorprendernos con la película elegida por el amable cinéfilo que, además, regenta dicho bar. Allí nos presentamos seis barrilungos lo que, si no recuerdo mal, es todo un récord para estos Cine de los Miércoles (haber cambiado el nombre extraoficialmente a Miércoles Tontos quizás haya tenido algo que ver). Bocata en mano, juntando dos mesas para caber todos mirando hacia la pantalla, nos dispusimos a ver:
Las vacaciones del señor Hulot
Debo confesar que la película no empezó muy bien. Era francesa (y el cine francés y yo no nos tenemos muchas simpatías, es mutuo), en blanco y negro y tenía un toque años cincuenta que me dejó un poco frío. Una larga secuencia en la que se ve un viejo citroën petardeando por una sinuosa carretera mientras otros coches, más modernos, le van adelantando sin ningún miramiento y con no pocos peligros. ¡Era una comedia! Aquello suavizó un poco el primer encontronazo.
La película narra las desventuras del mencionado señor Hulot en un lugar de veraneo de la costa atlántica de Francia. Aunque no quedó claro en la película, el resto de veraneantes, cada cual más snob, proceden de la parte francesa más adinerada , sospecho que París o alrededores, mientras que Hulot parece proceder de Inglaterra (hay varias secuencias en la que le hablan en inglés). Esto es un artificio del director para poner al pobre señor Hulot en las más absurdas situaciones (choques culturales) enlazando una escena cómica detrás de otra y haciendo que no dejáramos de reír durante toda la película. Esta tenía un sabor al viejo cine mudo, al estilo de Harod Lloyds, o quizás a las películas de los hermanos Marx. En la mesa, alguno de los contertulios comparó al Mister Hulot con un predecesor de Mr. Bean (si te hace gracia este personaje, la película te gustará fijo).
La película, sin dejar de ser una sucesión de situaciones cómicas, tiene cierta reflexión social muy propia de este tipo de películas. Hulot, el personaje, revoluciona la apacible vida de los acomodados veraneantes parisinos y destaca un poco el absurdo de su planteamiento. En ese aspecto, la película no deja de ser un retrato burlesco de la sociedad de la época (está hecha en 1953) al que el director da una sacudida.
Preparando esta pequeña reflexión e investigando sobre la película y el director, he descubierto que Jacques Tati, el director y protagonista de la película no fue muy afortunado en vida (estuvo varias veces en bancarrota), aunque su trabajo parece haber sido reconocido después y que tiene muchas más películas que, sin duda, aparecerán tarde o temprano por el Cine de los Miércoles. En resumen, una película divertida y unas cervezas que hacen que un miércoles termine bien.
Que envidia…
Aquí solo me ofrecen Martes de «Sálvame»… 😀
Gracias por la reseña.